“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.”
Romanos 1:16-17
La Carta a los Romanos es la más extensa de todas las del Nuevo Testamento; es también la exposición más amplia del mensaje cristiano que tenemos en los escritos del apóstol Pablo. El Apóstol Pablo, que había recorrido buena parte de las provincias orientales del Imperio Romano predicando el evangelio, tenía intenciones de llegar también hasta las regiones occidentales del mismo (Ro 15.22-24,28). Este proyectado viaje incluía su paso por Roma, la capital del Imperio, para continuar después a España. En la perspectiva de aquel viaje, y para presentarse a una comunidad que él no había fundado, escribe a los cristianos de Roma una carta en la que expone algunos de los temas centrales de la fe y la vida cristiana. A diferencia de otras, como las remitidas a los cristianos de Corinto, esta carta no trata tanto de los problemas que más preocupaban a la comunidad, cuanto de los temas que más interesaban al mismo apóstol. Habiendo sido enviado a predicar el evangelio a los no judíos (Gal 1.16), Pablo sentía que su responsabilidad se extendía también a la comunidad de Roma, compuesta en su mayoría por cristianos procedentes del paganismo (Ro 15.15-16).