“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: ‘Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”
Gn 1:27-28.
La familia ha estado bajo fuerte ataque en la sociedad actual. Con frecuencia, en la televisión, los padres son representados como bufones. Las madres son típicamente mujeres liberadas con carreras profesionales y en control. En general, los padres son caracterizados como seres de inteligencias débiles los cuales no están “actualizados”, “en la onda.” En muchas familias y con el fin de ganarse la vida, la madre debe trabajar y dejar el cuidado de sus hijos a personas extrañas. Con razón los hijos se vuelven “independientes”, arrogantes e irrespetuosos. Por donde se mire la actual sociedad ésta ofrece dosis rápidas y fáciles de promiscuidad sexual, “sexo seguro”, “sexo responsable” y promesas de libertad sin castigo. En medio de todos estos actos deprimentes, hay un rayo de esperanza: Dios nos ha dado el libro con las instrucciones para las familias. Él ha definido a la familia, nos ha enseñado los roles de cada uno de los miembros de la familia y ha prometido bendecir a aquellos que se adhieren a Su voluntad. ¡Bendito sea Dios! ¡Lo necesitamos!