“Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley”
Gal 4:4.
En nuestra misión de conocer las raíces del cristianismo, debemos regresar al punto de donde el cristianismo mismo se originó: en Israel y en su contexto Hebreo. Siglos de sentimientos antijudíos han hecho que la gran mayoría de creyentes Cristianos se hayan desligado por completo de sus raíces hebreas. El Mesías judío ha sido desvestido de todo lo que pueda identificarle con Israel para convertirlo en un gentil, un filósofo griego. Tanto él como sus alumnos y emisarios eran judíos; nacieron, vivieron y murieron como judíos. Es por tanto lógico que a la hora de mirar sus escritos lo hagamos desde el pensamiento judío y no desde una perspectiva extranjera como la griega. Es por ello que debemos regresar a nuestras raíces hebreas para una mayor comprensión de los escritos que componen el Nuevo Pacto.